¿Cómo podríamos mirar la obra de arte?

20/04/2023
Obra de arte

¿CÓMO PODRÍAMOS MIRAR LA OBRA DE ARTE?

Si tuviéramos enfrente de nosotros [insertar obra de arte contemporánea, solo necesitamos un ejemplo genérico], con cierta seguridad, la primera pregunta que surgiría en nosotros sería ¿qué estoy viendo? Esa pregunta por el qué tenemos delante de nosotros, esa pregunta que pide desbrozar toda la obra de arte hasta llegar a su “fondo esencial” es la que hemos heredado de profesores, académicos, críticos, historiadores del arte y demás figuras de autoridad en la materia. Sin embargo, hay otra pregunta que no se plantea, y que podría ser más enriquecedora que la primera, hasta el punto de que podríamos plantearnos el sustituir esta por la otra, y es la pregunta de ¿cómo estoy mirando? Desde la Galería de arte contemporáneo Ana Serratosa, y de la mano de Nietzsche con su Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, en este artículo presentamos algunas reflexiones sobre cómo hacer experiencia de las obras de arte.

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El modelo más extendido que tenemos de hacer experiencia de una obra de arte, lo que nos revela la relación intrínseca que tenemos los espectadores con los objetos artísticos, con bastante seguridad, es el modelo de la explicación. Según este modelo, el espectador debe adoptar la figura de un analista, de un profesional (como si de un arqueólogo se tratase), que pase a través del elemento sensible de la obra (las formas y colores en pintura, los sonidos en música…) y sea capaz de extraer el significado de la obra, pues para este modelo de enfocar el arte la obra tiene un significado concreto y eso sería todo lo que nos interesa de ella. El modelo explicativo sustituye la experiencia sensible que pudiéramos tener por conceptos ya “procesados”. Los conceptos que utilizamos en nuestro día a día, que ya están perfectamente asentados, son como una caja de herramientas, cada uno de ellos sirve para cumplir un fin. El peligro que hay en abusar de esto es que acabemos sustituyendo las obras de arte por su explicación, es decir, que en lugar de ver “Un perro andaluz” acabemos viendo una serie de características asociadas al surrealismo que proyectamos en la obra, pero no estaríamos ni haciendo experiencia de esa obra concreta, ni hablando de las novedades que objetivan las obras de arte.

Como alternativa a este modelo presentamos la propuesta de Nietzsche de la “conducta estética”. Nótese que al hablar ya de conducta estamos diciendo que este modelo de experimentación del arte, al contrario del enfoque explicativo, requiere la participación activa del espectador. El modelo de conducta estética es una práctica artística que requiere que el espectador, en aras de poder ir más allá de lo que ya conoce, se deje atravesar por las imposiciones que el objeto artístico tiene. La obra de arte dice cosas por sí misma, pero si mantenemos una actitud cerrada, de espectador taxidermista que busca dominar a la obra buscando su sentido, imponiéndoselo, nos es del todo imposible estar abierto a la novedad que nos afecta cuando nos dejamos llevar en la obra de arte. La experiencia estética tiene que ser una experiencia activa, dinámica, se siente como un viaje o trayecto hacia no sabemos dónde, y requiere que el espectador construya una interpretación de la obra a medida que se deja atravesar por ella.

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