Esculturas de luz para el viejo cauce
Llegó un día en que los hombres dejaron de andar de la ceca a la meca y se instalaron en casas. Y aquel fue el momento en que, paradójicamente, buscaron tener cerca aquello de lo que se habían alejado: la naturaleza. Construyeron jardines. Primero en Babilonia. También en Egipto. Los romanos los salpicaron de esculturas; los árabes, de geometría; los franceses afilaron todos esos conceptos al máximo a partir de Luis XIV. Desde hoy se puede presenciar un nuevo experimento artístico en una fusión entre lo natural, lo geométrico y las últimas tecnologías. Se trata de una creación efímera hasta el extremo, que sólo puede ser vista de noche pero que se basa en la luz, y que desaparecerá el próximo 28 de diciembre.
El asturiano Javier Riera convierte el viejo cauce del Turia en un museo al aire libre, un paseo de 200 metros salpicado de onces estatuas lumínicas, proyecciones geométricas que emplean los árboles del jardín (palmeras, yucas, cipreses o pinos) como soporte. La intervención artística se denomina ‘Alameda Llum’. Las figuras se activan a diario entre las 18 y las 24 horas. Si no llueve, ya que en tal caso los proyectores deberían cubrirse. La instalación se estrena en Valencia y está previsto que posteriormente viaje a otras ciudades españolas. La iniciativa la impulsa el Fondo Arte-AS (un centro de difusión del arte moderno fundado por Ana Serratosa en 2011). Cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Valencia, la empresa de seguridad Feix y la bodega Nodus. También participan la empresa valenciana de mobiliario Vondom, el arquitecto Ramón Esteve y la banda de jazz At 10 o’clock.
«La idea es invitar a que el espectador intuya cualidades ocultas en espacios cotidianos, armonizar la irregularidad de la naturaleza con la precisión de la geometría durante un paseo a través de esculturas de luz», explica Riera respecto a una actividad situada frente al Museo de las Ciencias.
«Invitamos a vivir una experiencia sin necesidad de que eso suponga generar algo, una obra de arte», señala Santiago Olmo, uno de los comisarios de la instalación junto a Anne-Marie Melster, para quien los ciudadanos «entienden los jardines del Turia como una decoración urbana. La gente no se para a pensar que se trata de un espacio de naturaleza, y este proyecto pretende sacar el arte de las torres de marfil de los museos y preentarlo en mitad de un espacio verde.
Aunque se trata de una obra de arte efírmera, hay un impacto en el espectador que permanece, se interioriza».