Una entropía con mucho orden: conociendo la obra de Xavier Grau

La semana pasada conocíamos la triste noticia del fallecimiento del artista Xavier Grau.
La muerte de Grau ha tenido un gran impacto en la comunidad artística española, aunque no se podría esperar una respuesta menor dado que estamos hablando de uno de los referentes de la abstracción española en la actualidad.
Xavier Grau (Barcelona, 1951 – 2020) pertenece a una generación a la que le tocó vivir en un tiempo de grandes cambios sociales, de reformas profundas tanto a nivel político como económico, y que pretendió plasmar la realidad y hacerle crítica por medio de su arte.
Para poder comprender realmente su obra, se necesita contar con cierto contexto social, y es que, en los años 70, cuando este joven artista empezó sus andaduras pictóricas, España aún sufría los últimos coletazos de un régimen dictatorial, estaba sumida en una marea de cambios sociales y se palpaba una gran pluralidad política e ideológica.
La producción artística respondía al frenesí social, y durante aquellos años tuvieron lugar grandes acontecimientos que marcarían el futuro artístico del país. Desde la provincia Andaluza de Almería proponían una renovación de la fotografía por medio de la Revista Afal, en Cuenca se fraguaba el germen de lo que posteriormente sería el Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas, y sería en Teruel donde se fundase TRAMA, grupo artístico y posterior revista que propondría un nuevo enfoque a la pintura de la época.
De toda esta convulsión social podemos concluir que el país estaba deseoso de de cambios a todos los niveles, con los que dejar atrás los largos años de estancamiento en los que se había visto sumido. Las pequeñas capitales de provincia reclamaban su lugar en el mapa, y desde Teruel Xavier Grau, junto a otros cuatro jóvenes propondrían un cambio en la pintura que dejaría al país enormemente asombrado.

Xavier Grau - Bon Black V, 2005 - Galería Ana Serratosa
Revista y grupo artístico TRAMA
Cuando empezamos a estudiar la obra de Xavier Grau pronto aparece un término que se hace eco a lo largo de toda su carrera: la revista de pintura TRAMA.
Grau, junto a otros cuatro artistas, José Manuel Broto, Gonzalo Tena, Javier Rubio y Federico Jiménez Losantos, llevó a cabo en 1976 la publicación de una revista de pintura llamada TRAMA, y que terminaría convirtiéndose en el apodo bajo el que serían conocidos aquel grupo de jóvenes artistas, entre los que se encontraban pintores y escritores.
El principal objetivo de aquella revista era llevar a cabo un análisis sobre la pintura, replantear los medios, el carácter y el sentido de la misma, y que fuera la pintura el medio mediante el que expresarlo. Comprendían que para este nuevo enfoque eran necesarias bases teóricas diferentes, optando por la semiótica, el psicoanálisis y el marxismo.
Fue en 1976, con la exposición de Grau Per una crítica de la pintura es cuando el número cero de esta revista ve la luz, y de este modo le dará nombre al grupo pictórico que giraba en torno a su edición.
A ellos se le atribuye el mérito de importar a España el movimiento francés conocido como Support-Surface, que al español se tradujo como Pintura-Pintura. Su principal premisa es que las obras hacen referencias a sí mismas, sin importar el contexto, la vida del artista o la historia del arte. Lo que importa es el soporte, los materiales, entendiendo la obra como una puesta en escena de los elementos pictóricos. No se debe entender el movimiento como una vuelta a los orígenes o la búsqueda de la pureza original, sino una crítica a un medio de expresión tan clásico como es la pintura, pero desde unas nuevas bases teóricas.
Aunque fue en 1976 cuando el grupo finalmente tuvo un mayor reconocimiento nacional, su recorrido se remonta a 1973 y se dilata hasta 1978, cuando finalmente se disolvió.
Su recorrido, aunque corto, tuvo un gran impacto en la pintura y en la producción artística española, al volver a centrar la atención en una práctica que había sido relegada a un segundo plano por las vanguardias europeas. Con ella Xavier Grau marcaría las pautas de un arte que simplemente ha ido depurando con el paso de los años.

Xavier Grau - Humboldt V, 1999 Galería Ana Serratosa
Principales características de su obra
Aunque paradójicamente su primer instinto fue formarse como escultor en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, Xavier Grau pronto viró su formación hacia la pintura, materia que le hizo ganar un gran prestigio a lo largo de toda su carrera profesional.
En sus primeros trabajos se aprecian figuras geométricas en un solo color, que pretendían criticar el arte conceptual y minimalista. Sin embargo pronto evolucionó a lo que ahora caracteriza su obra, el expresionismo abstracto.
En sus obras se nos presentan elementos figurativos sin contexto temporal o espacial y que pretenden ser ordenados para así poder explicar la realidad. En ella se aprecian claras influencias de la escuela americana, donde destacan figuras como Wilhelm De Kooning, Arshile Gorky y Philip Guston, y aunque esto le da cierto contexto a su obra, podemos afirma sin miedo a equivocarnos que igualmente nos encontramos ante una obra difícil de interpretar.
Lo que caracteriza a la obra de Xavier Grau, y le ha hecho ganarse el apoyo de la crítica, es la coherencia y unidad que emana de sus trabajos. Una mirada rápida a sus obras nos haría pensar que los elementos se distribuyen en el lienzo de una forma caótica y sin orden preciso. Sin embargo si nos detenemos y nos tomamos unos minutos a reflexionar sobre la realidad expuesta, nos encontramos ante un espectáculo diferente.
Lo que primero capta nuestra atención son una serie de trazos nerviosos que cruzan sus obras en todas las direcciones y que parecen organizarse en sus cruces y caminos paralelos.

Xavier Grau - Imago,III, 2006 - Galería Ana Serratosa
Por otro lado destaca el uso suave y matizado del color. En sus obras el uso del azul destaca sobre el resto de colores, el cual contrasta con el negro del fondo y que termina dotando a la obra de serenidad y armonía. El uso de esta paleta para expresar orden dentro del caos no es genuina, pues si nos remontamos al cubismo de Picasso o Braque veremos como predomina una paleta de colores oscuros, con los que dotar de unidad a la obra.
Por último, es necesario prestarle atención a la posición que ocupan los elementos figurativos dentro del cuadro. En el lienzo se presentan estas figuras sin orientación, centralidad o escala, unas delante de otras y sin orden aparente. Pero al prestar atención al conjunto, y dejamos de prestar atención a los contornos, fijándonos en los tonos de esas superficies, vemos como todo confluye a una obra armónica y deliberadamente ordenada.
Es cierto que se exige cierta implicación por parte del espectador, pero la armonía visual que se nos presenta tras reflexionar detenidamente sobre las obras de Xavier Grau es lo que ha conseguido que su obra trascienda y se la dote del reconocimiento con el que actualmente cuenta.
Y es que tal y como Grau plasma en su obra, la realidad se nos plantea a nosotros con el mismo caos y desorden, y esto no nos frena en nuestro impulso por descifrar los fenómenos más recónditos y que aún carecen de respuesta. Esa es la principal intención de la obra de Grau, enfrentarnos a la realidad y a la complejidad que esta esconde.

Xavier Grau - Turbio, 2006 - Galería Ana Serratosa
Esperamos haber podido acercar un poco el trabajo de este gran pintor, y acabamos recordando que en nuestra web podeís disfrutar de una amplia colección de obras así como de la pasada exposición que tuvo lugar en nuestra galería en 2011 bajo el nombre Las Puertas.