Carlos Franco

Con mucho arte

En esta ocasión, Carlos Franco nos introduce en un viaje desde lo mitológico, la unión del sentimiento y el estilo para abordar el tema de la tauromaquia, desde el clasicismo a la contemporaneidad, pasando por un cromatismo desbordante, inspirado en Brasil. Franco retrata las escenas desde la arena, y no desde el graderío, aportando un toque de dramatismo, magia y mortalidad, que hace que interpretemos la fiesta como un espacio individualista y a la vez de confraternización ceremonial con los otros.
Con mucho arte

Obras

  • Serie ermitaños 83

    Carlos Franco

    "Serie ermitaños 83"

    2005

    58 x 177 cm

    Ed. 4/5

    Impresión digital y serigrafía

  • Ermitaños 85

    Carlos Franco

    "Ermitaños 85"

    2005

    58 x 177 cm

    Impresión digital y serigrafía sobre papel

  • Parto de los montes II

    Carlos Franco

    "Parto de los montes II"

    2005

    100 x 122 cm

    Mixta sobre metacrilato

  • Primavera

    Carlos Franco

    "Primavera"

    1998

    81 x 64 cm

    Aguafuerte y aguatinta sobre papel

  • El invierno

    Carlos Franco

    "El invierno"

    1998

    81 x 64 cm

    Aguafuerte y aguatinta sobre papel

  • El otoño

    Carlos Franco

    "El otoño"

    1998

    81 x 64 cm

    Aguafuerte y aguatinta sobre papel

  • Verano

    Carlos Franco

    "Verano"

    1998

    81 x 64 cm

    Aguafuerte y aguatinta sobre papel

Críticas

CON MUCHO ARTE

CON MUCHO ARTE

FERNANDO CASTRO FLÓREZ

En el año 1933 Picasso ilustró la revista surrealista Minotaure, enfrentándose a esa bestia híbrida de humanidad con enorme libertad.
Carlos Franco, por su parte, no realiza una proyección subjetiva sobre el fiero habitante de la astuta construcción dedálica sino que, como he indicado, coloca su mirada en la zona del subalterno o, para decirlo en términos taurinos, está al quite, sabedor de que los pases y los adornos del maestro pueden acabar de forma fatal.

A Carlos Franco le gusta asumir riesgos. Y, ciertamente, al hacer suya la tauromaquia no tiene miedo al dogmatismo de los cabales ni a la verbosidad de los detractores de la fiesta. Él admira la plasticidad del tiempo excepcional de la corrida, a rotunda democracia que allí se impone y, por supuesto, la radical aparición de lo sacrificial.

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